Pero la I se reveló arguyendo que ella, desde su nacimiento, había llevado corona; como designio habría de ser.
- Eso no es una corona es un tupé - dijo la S, retorciéndose de risa.
La Ñ indicó que ella también llevaba diadema y mucho más vistosa, corona que, aun siendo minúscula jamás extraviaba, no como la fatua I que se crecía y la dejaba caer.
Cuando todas discutían acaloradas, oyeron que la Z dormía a pierna suelta, zzzzzzz - ¡Por algo siempre va a la zaga! - comentó enfurruñada la G.
La B votó por la A, pensando que ella era la sucesiva en el trono, asimismo hicieron la C, D, E y F, que razonaron que no hay dos sin seis.
La G, nominó en blanco y la H, como es muda, gritó y vociferó sin resultado; nadie la oyó.
La J, dicharachera, bailaba sin parar y no votó. La K, L, M, N y Ñ, revelaron que eran antimonárquicas y la O, jugando al aro, se fue rodando, acompañada de la I, que le servía de impulso.
La P, Q, R y S eligieron el régimen republicano; - Todas para una y una para todas - expresaron solemnes.
La T sólo decía que ella, además de letra, era una refinada infusión y que se sentía cual dama británica.- El té a las cinco, siempre a las cinco - repetía pomposa.
La U, V, W, X e Y, insurrectas, clamaban en una pancarta “LAS ÚLTIMAS SERÁN LAS PRIMERAS”, causando auténtica ira a la A, que fue hipnotizada por la magnetizadora S para lograr instalarla en el letrero.
Al final no hubo mayoría de votos para ninguna, como tendría que haber sido. Así que se decidió por unanimidad seguir siendo independientes, idealistas y soñadoras.
- Sólo la mano del escribiente puede hacernos reinas - opinaron todas con buen criterio.
Y poniéndose en orden alfabético, inmóviles y conformes, dejaron que la mano de los escritores las eligieran a ellas, creando así las palabras necesarias para sus escritos.
Dori Siverio Fumero
(Espuma)